Érase una vez---

Tema en 'Lo que Queda' comenzado por Lucía, 26/Sep/2005.

  1. Lucía

    Lucía Sword Master

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    27/Abr/2003
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    .:EL SAFARI:.

    Autor/es: los foreros de la Cueva de los Clásicos
    Editorial: La Cueva de los Clásicos
    Año: 2005


    Capítulo I. Conspiración.

    Kenya. 1950. Está amaneciendo y ya se oyen los primeros ruidos del día en el campamento. Huele a café y a pan fresco.

    Parecía el típico safari en busca de presas, de no ser por el tenso aire en el ambiente: las provisiones se acababan y cada uno mostraba lo peor de sí; por eso todo les olía a comida, incluso ellos mismos o... la manada de elefantes que se divisaba en el horizonte. Sin pensarlo dos veces, y sin grandes armas, salieron por ellos como único recurso alimenticio.

    Desde lo lejos se podía divisar como una simple hazaña, pero al estar un poco más cerca se dieron cuenta que eran muy grandes, así que huyeron, al darse cuenta que estaban en inferiores condiciones. Regresaron al campamento de una manera desesperada, sin percatarse de que la manada de elefantes los seguirían.

    Fue en ese instante cuando escucharon un sonido desgarrador, de origen desconocido, proveniente del otro lado del campamento; era un grito agónico de algún compañero. Pero era demasiado tarde para correr cuando, de pronto, sólo se vio caer muerto al león que ya estaba en pleno salto; hubiese sido fatal para el ya herido "negro" Jose, de no ser por la excelente puntería de Tuki, el guía, que con su lanza atravesó de lado a lado al león. Ahora se agradecían las largas horas de espera en apariencia improductivas, en las que Tuki se entretenía por el campamento lanzando su ahora eficaz arma.

    Aunque en el campamento el aire seguía tenso... si apareció un león, bien podría haber otro... ¿vendrá?. Estaban acampados en media sabana, a 50 millas de la mas inmediata poblacion a la redonda y, antes que nada, tenían de ocuparse de ver que le habia pasado a "negro" jose, y sin saber si otros animales estarían rondando el campamento o no. Pero necesitaban cazar algo pronto, aun arriesgándose al ataque de otro posible león. Pero fue extraño: el campamento estaba en un lugar estratégico para evitar un ataque como el del león, ¿¿qué había pasado entonces??

    Comenzaron las dudas. Se suponían solos en aquellos contornos; ahora, además del peligro del hambre y la sed, se las venían con otro peligro aun mayor: ¿quién intentaba acabar con ellos? Primero fueron los sabotajes en el viaje; luego, el robo de las provisiones; ahora, un león... ¿qué más podría pasar?

    La confianza era sagrada... cada uno tenía sus sospechas y nadie se fiaba de nadie. Pero, ¿realmente era alguien dentro del campamento? era difícil; no esperaban que nadie quisiera quedarse sin alimentos por jugar una mala pasada al resto, tenía que ser alguien desde fuera... Pero ésto solo acababa de comenzar.

    De pronto, se oye un grito que les hiela la sangre a todos... al mirar hacia donde provenía, vieron a alguien que señalaba una cabeza puesta en la punta de una lanza, que estaba clavada a pocos metros del campamento. Entonces Andrew Mcguire, el historiador del grupo, se dá cuenta de la gran verdad. Mientras limpia sus gruesos anteojos, les explica a todos que estan en medio de un ritual de unos nativos conocidos como los Uthak. No lo podía creer, se suponia que ya esta tribu estaba extinta, era imposible!! Mcguire trataba de recordar como era que realizaban sus rituales, a ver si habia una escapatoria, pero los gritos de sus compañeros al verse encerrados, bloqueban su mente.

    Lo que había comenzado como un alegre safari, se estaba transformando en una pesadilla, si, una horrible pesadilla que se estaba convirtiendo en realidad... la señal puesta por los indígenas, les estaba indicando claramente que si no se iban del lugar que para ellos era sagrado, todos podían terminar como les estaban indicando...

    - ¡Calma! - ordenó tajante. Había aprendido que las leyes civilizadas habían quedado atrás, muy lejos. Ahora era la naturaleza la que les abrigaba, y había que seguir sus pautas. Se volvió hacia Sandy, a quien había contratado como intérprete. De madre nativa, su padre había sido un inglés que embarcó en busca de aventuras y había regresado con su hija tras la muerte de su madre por unas pestes. Era ella quien podrías orientarla más en aquella situación.

    - ¿Qué hacemos?- le preguntó con calma fingida Andrew.

    -Ante todo estar unidos. Tengo que contaros algo muy importante, porque sé lo que pasa y creo que sé lo que pasará. El dios Kewiri de los Uthak está sediento de sangre y hambriento de carne humana... y por lo visto de nosotros sólo han conseguido aún el vermouth... rápido! lláma a todos- contestó Sandy.

    Andrew hizo caso y rápidamente ordenó a todos los del grupo que se acercaran. Cuando todos estuvieron junto a él, uno de los cargadores dijo: "Wanna"... (señor) y el resto solo lo entendió Sandy, quien al traducir dijo que el cargador ya había participado en muchos safaris y que él sabría como orientarlos para salir de alli. A pesar de que a muchos del campamento no les caía bien Wiku, el cargador, Andrew (el cual por lo visto, tomó las riendas del asunto) pensó que debía hacerle caso, a pesar de tantas quejas que recibió de él los días anteriores por sus comportamientos. Así que asintió ante las caras entre miedo y enfado del resto y esperó instrucciones.

    - El porteador -tradujo Sandy- dice que no deberíamos seguir importunando al dios Kewiri; los Uthak creen que la presencia de extraños provoca su ira y la descarga sobre su pueblo. Por eso buscan víctimas que calmen al dios para que vuelva a ellos su bendición. Esto es cierto: también en nuestro pueblo se daban estas prácticas, pero mi padre les hizo ver que con ellas no ganaban nada más que desgracia. Sé que no confiais mucho en Wiku, pero tal vez tenga razón. No olveis que "el negro" Jose está gravemente herido... Tal vez debiéramos hacerle caso...

    - ¿Y qué sugiere ese tipo entonces? - preguntó un tanto enfadado Lord Edward, el patrocinador del safari y poco dado a recibir órdenes de nadie y menos de un simple cargador.

    - Wiku sugiere, tomar la senda que conduce más allá de la "Laguna de los Patos". Una zona con muy buena cantidad de especies animales- dijo Sandy.

    Andrew, sabiendo que Lord Edward les había ocultado desde el principio, el objetivo que lo había movilizado a patrocinar el safari, observaba con mucha atención la expresión de este a medida que Sandy hablaba.

    Una cosa era segura: como el "negro José" ya no tenía fuerzas para seguir a pie, había que improvisar una camilla para llevarlo. Andrew, sin pensarlo dos veces, al ver que el tiempo era oro, ordenó a los cargadores que con sus machetes, cortaran dos ramas lo más rectas posibles, les ataron con lianas jóvenes e hicieron la camilla; pusieron luego sobre ella al "negro José" quien pese a sus dolores, agradeció el gesto y se acomodó sobre la misma, presto a que lo llevaran arrastrando.

    Muy pronto oscureció, y en el trayecto decidieron hacer un alto. El negro estaba empeorando, pues a pocos minutos de que el grupo comenzara a armar la carpa comenzo a vomitar sangre. Sandy y Andrew se dirigieron a un pantano cercano, a unos pocos metros de distancia, a buscar sanguijuelas para seguir cicatrizando las heridas del negro. Lord Edward se escabullo entre el grupo y se dirigio a su radio. Trato en vano de pedir ayuda, como lo habia hecho a lo largo del dia, pues del aparato sólo salía un muerto y silencioso sonido de interferencia.


    Capítulo II. Los integrantes

    Andrew y Sandy habían regresado del pantano con varias sanguijuelas, pero lo más importante era que aparte de ellas, habían conseguido un musgo que utilizaban los "brujos" de la tribus para cicatrizar heridas... (claro: tenían esa propiedad ya que sin saberlo, eran nada más y nada menos que los precursores de la "penicilina"). Rápidamente, aplicaron las sanguijuelas alrededor de las heridas para evitar que la infección se siga propagando y sobre las mismas, aplicaron esa "penicilina natural", que en definitiva será lo que las cure.

    Al levantar la vista, vieron a Lord Edward con cara "de pocos amigos". Ellos creían que era por lo que estuvieron haciendo, pero no imaginaron que era porque no podía hacer funcionar su radio para comunicarse con quien tanto le interesaba.

    El "negro" Jose suspiró aliviado por el efecto del musgo; pero a la vez estaba angustiado ya que tenía fobia a las sanguijuelas, pero no le quedaba más remedio que aguantarse.

    Sandy murmuró algo en contra de Lord Edward y sus protesas constantes. A saber por qué decidió patrocinar el Safari si detestaba toda clase de alejamiento de su vida acomodada. Estaba bien claro que sus intenciones estaban más allá de hacer pasar una buena temporada al Safari organizado este año. Sandy estaba casi segura de que codiciaba algo de esas tierras, era bien sabido que el oro es sagrado para los Uthak... detalle que seguramente a Lord Edward no se le había escapado.

    Miró a su alrededor y contempló a sus compañeros. A su lado, el "negro" José intentaba dormir, ahora que más o menos podía hacerlo. Andrew, sentado un poco más allá, parecía discutir consigo mismo, pensando el modo de sacarlos de allí. Lord Edward entró en su tienda, donde continuó escribiendo sus memorias. Tuki y Wiku preparaban la hoguera para esa noche, siempre murmurando en su lengua nativa. Más alejados, con los nervios aún a flor de piel...
     
    #51
  2. AbuRaf70

    AbuRaf70 Cuevino

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    29/Jul/2004
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    ...estaban los demás cargadores, que según se sabe, son los más superticiosos y por ende, los que más respetan las indicaciones de los indígenas de la zona... el temor se había apoderado de ellos y no era fácil poder mantenerlos tranquilos... además, si bien los leños crepitaban en la hoguera, no había ningún tipo de carne para poner sobre las brasas... a la mañana siguiente, de alguna forma, iban a tener que conseguir algo más sustancioso para comer.... :wink:
     
    #52
  3. Lucía

    Lucía Sword Master

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    .:EL SAFARI:.

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    Año: 2005


    Capítulo I. Conspiración.

    Kenya. 1950. Está amaneciendo y ya se oyen los primeros ruidos del día en el campamento. Huele a café y a pan fresco.

    Parecía el típico safari en busca de presas, de no ser por el tenso aire en el ambiente: las provisiones se acababan y cada uno mostraba lo peor de sí; por eso todo les olía a comida, incluso ellos mismos o... la manada de elefantes que se divisaba en el horizonte. Sin pensarlo dos veces, y sin grandes armas, salieron por ellos como único recurso alimenticio.

    Desde lo lejos se podía divisar como una simple hazaña, pero al estar un poco más cerca se dieron cuenta que eran muy grandes, así que huyeron, al darse cuenta que estaban en inferiores condiciones. Regresaron al campamento de una manera desesperada, sin percatarse de que la manada de elefantes los seguirían.

    Fue en ese instante cuando escucharon un sonido desgarrador, de origen desconocido, proveniente del otro lado del campamento; era un grito agónico de algún compañero. Pero era demasiado tarde para correr cuando, de pronto, sólo se vio caer muerto al león que ya estaba en pleno salto; hubiese sido fatal para el ya herido "negro" Jose, de no ser por la excelente puntería de Tuki, el guía, que con su lanza atravesó de lado a lado al león. Ahora se agradecían las largas horas de espera en apariencia improductivas, en las que Tuki se entretenía por el campamento lanzando su ahora eficaz arma.

    Aunque en el campamento el aire seguía tenso... si apareció un león, bien podría haber otro... ¿vendrá?. Estaban acampados en media sabana, a 50 millas de la mas inmediata poblacion a la redonda y, antes que nada, tenían de ocuparse de ver que le habia pasado a "negro" jose, y sin saber si otros animales estarían rondando el campamento o no. Pero necesitaban cazar algo pronto, aun arriesgándose al ataque de otro posible león. Pero fue extraño: el campamento estaba en un lugar estratégico para evitar un ataque como el del león, ¿¿qué había pasado entonces??

    Comenzaron las dudas. Se suponían solos en aquellos contornos; ahora, además del peligro del hambre y la sed, se las venían con otro peligro aun mayor: ¿quién intentaba acabar con ellos? Primero fueron los sabotajes en el viaje; luego, el robo de las provisiones; ahora, un león... ¿qué más podría pasar?

    La confianza era sagrada... cada uno tenía sus sospechas y nadie se fiaba de nadie. Pero, ¿realmente era alguien dentro del campamento? era difícil; no esperaban que nadie quisiera quedarse sin alimentos por jugar una mala pasada al resto, tenía que ser alguien desde fuera... Pero ésto solo acababa de comenzar.

    De pronto, se oye un grito que les hiela la sangre a todos... al mirar hacia donde provenía, vieron a alguien que señalaba una cabeza puesta en la punta de una lanza, que estaba clavada a pocos metros del campamento. Entonces Andrew Mcguire, el historiador del grupo, se dá cuenta de la gran verdad. Mientras limpia sus gruesos anteojos, les explica a todos que estan en medio de un ritual de unos nativos conocidos como los Uthak. No lo podía creer, se suponia que ya esta tribu estaba extinta, era imposible!! Mcguire trataba de recordar como era que realizaban sus rituales, a ver si habia una escapatoria, pero los gritos de sus compañeros al verse encerrados, bloqueban su mente.

    Lo que había comenzado como un alegre safari, se estaba transformando en una pesadilla, si, una horrible pesadilla que se estaba convirtiendo en realidad... la señal puesta por los indígenas, les estaba indicando claramente que si no se iban del lugar que para ellos era sagrado, todos podían terminar como les estaban indicando...

    - ¡Calma! - ordenó tajante. Había aprendido que las leyes civilizadas habían quedado atrás, muy lejos. Ahora era la naturaleza la que les abrigaba, y había que seguir sus pautas. Se volvió hacia Sandy, a quien había contratado como intérprete. De madre nativa, su padre había sido un inglés que embarcó en busca de aventuras y había regresado con su hija tras la muerte de su madre por unas pestes. Era ella quien podrías orientarla más en aquella situación.

    - ¿Qué hacemos?- le preguntó con calma fingida Andrew.

    -Ante todo estar unidos. Tengo que contaros algo muy importante, porque sé lo que pasa y creo que sé lo que pasará. El dios Kewiri de los Uthak está sediento de sangre y hambriento de carne humana... y por lo visto de nosotros sólo han conseguido aún el vermouth... rápido! lláma a todos- contestó Sandy.

    Andrew hizo caso y rápidamente ordenó a todos los del grupo que se acercaran. Cuando todos estuvieron junto a él, uno de los cargadores dijo: "Wanna"... (señor) y el resto solo lo entendió Sandy, quien al traducir dijo que el cargador ya había participado en muchos safaris y que él sabría como orientarlos para salir de alli. A pesar de que a muchos del campamento no les caía bien Wiku, el cargador, Andrew (el cual por lo visto, tomó las riendas del asunto) pensó que debía hacerle caso, a pesar de tantas quejas que recibió de él los días anteriores por sus comportamientos. Así que asintió ante las caras entre miedo y enfado del resto y esperó instrucciones.

    - El porteador -tradujo Sandy- dice que no deberíamos seguir importunando al dios Kewiri; los Uthak creen que la presencia de extraños provoca su ira y la descarga sobre su pueblo. Por eso buscan víctimas que calmen al dios para que vuelva a ellos su bendición. Esto es cierto: también en nuestro pueblo se daban estas prácticas, pero mi padre les hizo ver que con ellas no ganaban nada más que desgracia. Sé que no confiais mucho en Wiku, pero tal vez tenga razón. No olveis que "el negro" Jose está gravemente herido... Tal vez debiéramos hacerle caso...

    - ¿Y qué sugiere ese tipo entonces? - preguntó un tanto enfadado Lord Edward, el patrocinador del safari y poco dado a recibir órdenes de nadie y menos de un simple cargador.

    - Wiku sugiere, tomar la senda que conduce más allá de la "Laguna de los Patos". Una zona con muy buena cantidad de especies animales- dijo Sandy.

    Andrew, sabiendo que Lord Edward les había ocultado desde el principio, el objetivo que lo había movilizado a patrocinar el safari, observaba con mucha atención la expresión de este a medida que Sandy hablaba.

    Una cosa era segura: como el "negro José" ya no tenía fuerzas para seguir a pie, había que improvisar una camilla para llevarlo. Andrew, sin pensarlo dos veces, al ver que el tiempo era oro, ordenó a los cargadores que con sus machetes, cortaran dos ramas lo más rectas posibles, les ataron con lianas jóvenes e hicieron la camilla; pusieron luego sobre ella al "negro José" quien pese a sus dolores, agradeció el gesto y se acomodó sobre la misma, presto a que lo llevaran arrastrando.

    Muy pronto oscureció, y en el trayecto decidieron hacer un alto. El negro estaba empeorando, pues a pocos minutos de que el grupo comenzara a armar la carpa comenzo a vomitar sangre. Sandy y Andrew se dirigieron a un pantano cercano, a unos pocos metros de distancia, a buscar sanguijuelas para seguir cicatrizando las heridas del negro. Lord Edward se escabullo entre el grupo y se dirigio a su radio. Trato en vano de pedir ayuda, como lo habia hecho a lo largo del dia, pues del aparato sólo salía un muerto y silencioso sonido de interferencia.


    Capítulo II. Los integrantes

    Andrew y Sandy habían regresado del pantano con varias sanguijuelas, pero lo más importante era que aparte de ellas, habían conseguido un musgo que utilizaban los "brujos" de la tribus para cicatrizar heridas... (claro: tenían esa propiedad ya que sin saberlo, eran nada más y nada menos que los precursores de la "penicilina"). Rápidamente, aplicaron las sanguijuelas alrededor de las heridas para evitar que la infección se siga propagando y sobre las mismas, aplicaron esa "penicilina natural", que en definitiva será lo que las cure.

    Al levantar la vista, vieron a Lord Edward con cara "de pocos amigos". Ellos creían que era por lo que estuvieron haciendo, pero no imaginaron que era porque no podía hacer funcionar su radio para comunicarse con quien tanto le interesaba.

    El "negro" Jose suspiró aliviado por el efecto del musgo; pero a la vez estaba angustiado ya que tenía fobia a las sanguijuelas, pero no le quedaba más remedio que aguantarse.

    Sandy murmuró algo en contra de Lord Edward y sus protesas constantes. A saber por qué decidió patrocinar el Safari si detestaba toda clase de alejamiento de su vida acomodada. Estaba bien claro que sus intenciones estaban más allá de hacer pasar una buena temporada al Safari organizado este año. Sandy estaba casi segura de que codiciaba algo de esas tierras, era bien sabido que el oro es sagrado para los Uthak... detalle que seguramente a Lord Edward no se le había escapado.

    Miró a su alrededor y contempló a sus compañeros. A su lado, el "negro" José intentaba dormir, ahora que más o menos podía hacerlo. Andrew, sentado un poco más allá, parecía discutir consigo mismo, pensando el modo de sacarlos de allí. Lord Edward entró en su tienda, donde continuó escribiendo sus memorias. Tuki y Wiku preparaban la hoguera para esa noche, siempre murmurando en su lengua nativa. Más alejados, con los nervios aún a flor de piel, estaban los demás cargadores que, según se sabe, son los más superticiosos y por ende, los que más respetan las indicaciones de los indígenas de la zona. El temor se había apoderado de ellos y no era fácil poder mantenerlos tranquilos; además, si bien los leños crepitaban en la hoguera, no había ningún tipo de carne para poner sobre las brasas. A la mañana siguiente, de alguna forma, iban a tener que conseguir algo más sustancioso para comer.

    A los demás del grupo casi no los conocía:
     
    #53
  4. AbuRaf70

    AbuRaf70 Cuevino

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    Año: 2005


    Capítulo I. Conspiración.

    Kenya. 1950. Está amaneciendo y ya se oyen los primeros ruidos del día en el campamento. Huele a café y a pan fresco.

    Parecía el típico safari en busca de presas, de no ser por el tenso aire en el ambiente: las provisiones se acababan y cada uno mostraba lo peor de sí; por eso todo les olía a comida, incluso ellos mismos o... la manada de elefantes que se divisaba en el horizonte. Sin pensarlo dos veces, y sin grandes armas, salieron por ellos como único recurso alimenticio.

    Desde lo lejos se podía divisar como una simple hazaña, pero al estar un poco más cerca se dieron cuenta que eran muy grandes, así que huyeron, al darse cuenta que estaban en inferiores condiciones. Regresaron al campamento de una manera desesperada, sin percatarse de que la manada de elefantes los seguirían.

    Fue en ese instante cuando escucharon un sonido desgarrador, de origen desconocido, proveniente del otro lado del campamento; era un grito agónico de algún compañero. Pero era demasiado tarde para correr cuando, de pronto, sólo se vio caer muerto al león que ya estaba en pleno salto; hubiese sido fatal para el ya herido "negro" Jose, de no ser por la excelente puntería de Tuki, el guía, que con su lanza atravesó de lado a lado al león. Ahora se agradecían las largas horas de espera en apariencia improductivas, en las que Tuki se entretenía por el campamento lanzando su ahora eficaz arma.

    Aunque en el campamento el aire seguía tenso... si apareció un león, bien podría haber otro... ¿vendrá?. Estaban acampados en media sabana, a 50 millas de la mas inmediata poblacion a la redonda y, antes que nada, tenían de ocuparse de ver que le habia pasado a "negro" jose, y sin saber si otros animales estarían rondando el campamento o no. Pero necesitaban cazar algo pronto, aun arriesgándose al ataque de otro posible león. Pero fue extraño: el campamento estaba en un lugar estratégico para evitar un ataque como el del león, ¿¿qué había pasado entonces??

    Comenzaron las dudas. Se suponían solos en aquellos contornos; ahora, además del peligro del hambre y la sed, se las venían con otro peligro aun mayor: ¿quién intentaba acabar con ellos? Primero fueron los sabotajes en el viaje; luego, el robo de las provisiones; ahora, un león... ¿qué más podría pasar?

    La confianza era sagrada... cada uno tenía sus sospechas y nadie se fiaba de nadie. Pero, ¿realmente era alguien dentro del campamento? era difícil; no esperaban que nadie quisiera quedarse sin alimentos por jugar una mala pasada al resto, tenía que ser alguien desde fuera... Pero ésto solo acababa de comenzar.

    De pronto, se oye un grito que les hiela la sangre a todos... al mirar hacia donde provenía, vieron a alguien que señalaba una cabeza puesta en la punta de una lanza, que estaba clavada a pocos metros del campamento. Entonces Andrew Mcguire, el historiador del grupo, se dá cuenta de la gran verdad. Mientras limpia sus gruesos anteojos, les explica a todos que estan en medio de un ritual de unos nativos conocidos como los Uthak. No lo podía creer, se suponia que ya esta tribu estaba extinta, era imposible!! Mcguire trataba de recordar como era que realizaban sus rituales, a ver si habia una escapatoria, pero los gritos de sus compañeros al verse encerrados, bloqueban su mente.

    Lo que había comenzado como un alegre safari, se estaba transformando en una pesadilla, si, una horrible pesadilla que se estaba convirtiendo en realidad... la señal puesta por los indígenas, les estaba indicando claramente que si no se iban del lugar que para ellos era sagrado, todos podían terminar como les estaban indicando...

    - ¡Calma! - ordenó tajante. Había aprendido que las leyes civilizadas habían quedado atrás, muy lejos. Ahora era la naturaleza la que les abrigaba, y había que seguir sus pautas. Se volvió hacia Sandy, a quien había contratado como intérprete. De madre nativa, su padre había sido un inglés que embarcó en busca de aventuras y había regresado con su hija tras la muerte de su madre por unas pestes. Era ella quien podrías orientarla más en aquella situación.

    - ¿Qué hacemos?- le preguntó con calma fingida Andrew.

    -Ante todo estar unidos. Tengo que contaros algo muy importante, porque sé lo que pasa y creo que sé lo que pasará. El dios Kewiri de los Uthak está sediento de sangre y hambriento de carne humana... y por lo visto de nosotros sólo han conseguido aún el vermouth... rápido! lláma a todos- contestó Sandy.

    Andrew hizo caso y rápidamente ordenó a todos los del grupo que se acercaran. Cuando todos estuvieron junto a él, uno de los cargadores dijo: "Wanna"... (señor) y el resto solo lo entendió Sandy, quien al traducir dijo que el cargador ya había participado en muchos safaris y que él sabría como orientarlos para salir de alli. A pesar de que a muchos del campamento no les caía bien Wiku, el cargador, Andrew (el cual por lo visto, tomó las riendas del asunto) pensó que debía hacerle caso, a pesar de tantas quejas que recibió de él los días anteriores por sus comportamientos. Así que asintió ante las caras entre miedo y enfado del resto y esperó instrucciones.

    - El porteador -tradujo Sandy- dice que no deberíamos seguir importunando al dios Kewiri; los Uthak creen que la presencia de extraños provoca su ira y la descarga sobre su pueblo. Por eso buscan víctimas que calmen al dios para que vuelva a ellos su bendición. Esto es cierto: también en nuestro pueblo se daban estas prácticas, pero mi padre les hizo ver que con ellas no ganaban nada más que desgracia. Sé que no confiais mucho en Wiku, pero tal vez tenga razón. No olveis que "el negro" Jose está gravemente herido... Tal vez debiéramos hacerle caso...

    - ¿Y qué sugiere ese tipo entonces? - preguntó un tanto enfadado Lord Edward, el patrocinador del safari y poco dado a recibir órdenes de nadie y menos de un simple cargador.

    - Wiku sugiere, tomar la senda que conduce más allá de la "Laguna de los Patos". Una zona con muy buena cantidad de especies animales- dijo Sandy.

    Andrew, sabiendo que Lord Edward les había ocultado desde el principio, el objetivo que lo había movilizado a patrocinar el safari, observaba con mucha atención la expresión de este a medida que Sandy hablaba.

    Una cosa era segura: como el "negro José" ya no tenía fuerzas para seguir a pie, había que improvisar una camilla para llevarlo. Andrew, sin pensarlo dos veces, al ver que el tiempo era oro, ordenó a los cargadores que con sus machetes, cortaran dos ramas lo más rectas posibles, les ataron con lianas jóvenes e hicieron la camilla; pusieron luego sobre ella al "negro José" quien pese a sus dolores, agradeció el gesto y se acomodó sobre la misma, presto a que lo llevaran arrastrando.

    Muy pronto oscureció, y en el trayecto decidieron hacer un alto. El negro estaba empeorando, pues a pocos minutos de que el grupo comenzara a armar la carpa comenzo a vomitar sangre. Sandy y Andrew se dirigieron a un pantano cercano, a unos pocos metros de distancia, a buscar sanguijuelas para seguir cicatrizando las heridas del negro. Lord Edward se escabullo entre el grupo y se dirigio a su radio. Trato en vano de pedir ayuda, como lo habia hecho a lo largo del dia, pues del aparato sólo salía un muerto y silencioso sonido de interferencia.


    Capítulo II. Los integrantes

    Andrew y Sandy habían regresado del pantano con varias sanguijuelas, pero lo más importante era que aparte de ellas, habían conseguido un musgo que utilizaban los "brujos" de la tribus para cicatrizar heridas... (claro: tenían esa propiedad ya que sin saberlo, eran nada más y nada menos que los precursores de la "penicilina"). Rápidamente, aplicaron las sanguijuelas alrededor de las heridas para evitar que la infección se siga propagando y sobre las mismas, aplicaron esa "penicilina natural", que en definitiva será lo que las cure.

    Al levantar la vista, vieron a Lord Edward con cara "de pocos amigos". Ellos creían que era por lo que estuvieron haciendo, pero no imaginaron que era porque no podía hacer funcionar su radio para comunicarse con quien tanto le interesaba.

    El "negro" Jose suspiró aliviado por el efecto del musgo; pero a la vez estaba angustiado ya que tenía fobia a las sanguijuelas, pero no le quedaba más remedio que aguantarse.

    Sandy murmuró algo en contra de Lord Edward y sus protesas constantes. A saber por qué decidió patrocinar el Safari si detestaba toda clase de alejamiento de su vida acomodada. Estaba bien claro que sus intenciones estaban más allá de hacer pasar una buena temporada al Safari organizado este año. Sandy estaba casi segura de que codiciaba algo de esas tierras, era bien sabido que el oro es sagrado para los Uthak... detalle que seguramente a Lord Edward no se le había escapado.

    Miró a su alrededor y contempló a sus compañeros. A su lado, el "negro" José intentaba dormir, ahora que más o menos podía hacerlo. Andrew, sentado un poco más allá, parecía discutir consigo mismo, pensando el modo de sacarlos de allí. Lord Edward entró en su tienda, donde continuó escribiendo sus memorias. Tuki y Wiku preparaban la hoguera para esa noche, siempre murmurando en su lengua nativa. Más alejados, con los nervios aún a flor de piel, estaban los demás cargadores que, según se sabe, son los más superticiosos y por ende, los que más respetan las indicaciones de los indígenas de la zona. El temor se había apoderado de ellos y no era fácil poder mantenerlos tranquilos; además, si bien los leños crepitaban en la hoguera, no había ningún tipo de carne para poner sobre las brasas. A la mañana siguiente, de alguna forma, iban a tener que conseguir algo más sustancioso para comer.

    A los demás del grupo casi no los conocía:

    ...pero, Andrew, constituído accidentalmente en el jefe del grupo, no se preocupó mucho por ello... tenía que salvarlos a todos, sin menospreciar a ninguno... en esos pensamiento estaba, cuando se le acercó otro de los cargadores y en su lengua nativa y mezcla con la inglesa, le dijo: "Wanna, mirar el cielo..." como el día con su llegada, había borrado las últimas sombras de la noche, alcanzó a divisar volando en círculos, un grupo de buitres... que significaba esto...? es sabido que los buitres son aves carroñeras y cuando avistan algún animal muerto o tal vez herido de muerte, comienzan a volar en círculos para ver si luego pueden bajar sin peligro para ellos... Andrew no lo pensó dos veces... les ordenó a 4 cargadores que tomen sus lanzas y machetes y que lo siguieran... rápidamente se dirigió con ellos hacia el lugar donde se divisaban revoloteando los buitres, con la esperanza de encontrar algún animal que les pudiera servir de comida.... cuando se acercaban al sitio, vieron ya desde lejos, una leona comiendo una gacela... (paso a aclarar, que las leonas cuando van a tener cría, se separan de la manada, tienen sus crías y luego las alimentan hasta que tienen un determinado tamaño, antes de llevarlos junto al grupo... mientras dejan a sus cachorros en lugar seguro, ya que cuando son chiquitos, se mimetizan perfectamente en el medio ambiente, salen a cazar para alimentarse, ya que deben amamantar a dos crías)... al revés de lo que hacen las leonas para cazar, que avanzan sigilosamente, los indígenas (en este caso los cargadores) corren gritando y revoleando lanzas y machetes, para asustar a los felinos... afortunadamente, la leona que ya había saciado su hambre, rugió desdeñosamente y comenzó a alejarse... sabido es que los felinos, comen primeramente las vísceras de los animales que cazan y luego, el resto, lo llevan y lo cuelgan de algún árbol, a resguardo de las hienas, para comerlo después... todo parecía indicar que ya estaban en poseción de carne fresca, pero los buitres, al ver que la leona se alejaba, prestamente comenzaron a bajar sobre la gacela... los cargadores, cuando vieron que podían quedarse sin la carne, con los machetes hicieron frente a las aves y con golpes certeros, cortaron las cabezas a dos de éstos... los demás, retrocedieron para resguardarse de otros ataques... Andrew, ni lerdo ni perezoso, les indicó a los cargadores que tomen de las patas traseras (dos de cada pata) a la gacela y rápidamente, arrastrándola, se dirigieron al campamento... por fin, después de varios días, el olor a carne asada iba a diseminarse por el aire nuevamente.... :wink:
     
    #54
  5. Persiana Americana

    Persiana Americana Hombre de Malvavisco

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    Yo no tengo ubicacion, soy un desubicado.
    ...Comieron la comida, felices y contentos, e hicieron una fogata en el medio del campamento. Uno de los nativos se puso a cantar una extraña cancion y los demas lo siguieron, haciendole coro. El negro Jose lo llamo a Andrew y le pregunto si sabia tocar la guitarra. Andrew le contesto que sí. Entonces el negro Jose le dijo que sacara su guitarra de su equipaje y se pusiera a tocarla para elevar los animos de todos en aquella solitaria noche, ya que el, lastimado como estaba, no podia ni sentarse.
    Andrew llego con la guitarra, se sento y se puso a tocar la unica cancion que sabia, pero se notaba que habia perdido la practica. Todos rieron. Un nativo tomo la guitarra y se puso a acompañar el canto de otro. Sandy se quedo mirando a Andrew.
    "¿Por que me mira asi?" se pregunto Andrew. Se puso algo nervioso. Ella tenia bonitos ojos. ¿Le estaba empezando a agradar?
    "¡No! Primero esta la supervivencia de todos. Luego habra tiempo para romanticismos... aunque..." Andrew se quedo mirando su piel morena iluminada por la calida luz de la fogata. "... Aunque tal vez no salgamos de esta... ¿Y si le digo algo?"
    Andrew estaba nervioso. Habia dedicado toda su vida a la investigacion y al saber, nunca habia tenido tiempo para entablar una relacion con nadie.
    Ella lo seguia mirando, con una atractiva y amigable sonrisa.
     
    #55
  6. Lucía

    Lucía Sword Master

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    Busca por el foro. Si ves una española con una esp
    a eso lo llamo "dar un derrape" :mono:

    qué habrías puesto antes de editarlo dos veces? :shock:
     
    #56
  7. Lucía

    Lucía Sword Master

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    .:EL SAFARI:.

    Autor/es: los foreros de la Cueva de los Clásicos
    Editorial: La Cueva de los Clásicos
    Año: 2005


    Capítulo I. Conspiración.

    Kenya. 1950. Está amaneciendo y ya se oyen los primeros ruidos del día en el campamento. Huele a café y a pan fresco.

    Parecía el típico safari en busca de presas, de no ser por el tenso aire en el ambiente: las provisiones se acababan y cada uno mostraba lo peor de sí; por eso todo les olía a comida, incluso ellos mismos o... la manada de elefantes que se divisaba en el horizonte. Sin pensarlo dos veces, y sin grandes armas, salieron por ellos como único recurso alimenticio.

    Desde lo lejos se podía divisar como una simple hazaña, pero al estar un poco más cerca se dieron cuenta que eran muy grandes, así que huyeron, al darse cuenta que estaban en inferiores condiciones. Regresaron al campamento de una manera desesperada, sin percatarse de que la manada de elefantes los seguirían.

    Fue en ese instante cuando escucharon un sonido desgarrador, de origen desconocido, proveniente del otro lado del campamento; era un grito agónico de algún compañero. Pero era demasiado tarde para correr cuando, de pronto, sólo se vio caer muerto al león que ya estaba en pleno salto; hubiese sido fatal para el ya herido "negro" Jose, de no ser por la excelente puntería de Tuki, el guía, que con su lanza atravesó de lado a lado al león. Ahora se agradecían las largas horas de espera en apariencia improductivas, en las que Tuki se entretenía por el campamento lanzando su ahora eficaz arma.

    Aunque en el campamento el aire seguía tenso... si apareció un león, bien podría haber otro... ¿vendrá?. Estaban acampados en media sabana, a 50 millas de la mas inmediata poblacion a la redonda y, antes que nada, tenían de ocuparse de ver que le habia pasado a "negro" jose, y sin saber si otros animales estarían rondando el campamento o no. Pero necesitaban cazar algo pronto, aun arriesgándose al ataque de otro posible león. Pero fue extraño: el campamento estaba en un lugar estratégico para evitar un ataque como el del león, ¿¿qué había pasado entonces??

    Comenzaron las dudas. Se suponían solos en aquellos contornos; ahora, además del peligro del hambre y la sed, se las venían con otro peligro aun mayor: ¿quién intentaba acabar con ellos? Primero fueron los sabotajes en el viaje; luego, el robo de las provisiones; ahora, un león... ¿qué más podría pasar?

    La confianza era sagrada... cada uno tenía sus sospechas y nadie se fiaba de nadie. Pero, ¿realmente era alguien dentro del campamento? era difícil; no esperaban que nadie quisiera quedarse sin alimentos por jugar una mala pasada al resto, tenía que ser alguien desde fuera... Pero ésto solo acababa de comenzar.

    De pronto, se oye un grito que les hiela la sangre a todos... al mirar hacia donde provenía, vieron a alguien que señalaba una cabeza puesta en la punta de una lanza, que estaba clavada a pocos metros del campamento. Entonces Andrew Mcguire, el historiador del grupo, se dá cuenta de la gran verdad. Mientras limpia sus gruesos anteojos, les explica a todos que estan en medio de un ritual de unos nativos conocidos como los Uthak. No lo podía creer, se suponia que ya esta tribu estaba extinta, era imposible!! Mcguire trataba de recordar como era que realizaban sus rituales, a ver si habia una escapatoria, pero los gritos de sus compañeros al verse encerrados, bloqueban su mente.

    Lo que había comenzado como un alegre safari, se estaba transformando en una pesadilla, si, una horrible pesadilla que se estaba convirtiendo en realidad... la señal puesta por los indígenas, les estaba indicando claramente que si no se iban del lugar que para ellos era sagrado, todos podían terminar como les estaban indicando...

    - ¡Calma! - ordenó tajante. Había aprendido que las leyes civilizadas habían quedado atrás, muy lejos. Ahora era la naturaleza la que les abrigaba, y había que seguir sus pautas. Se volvió hacia Sandy, a quien había contratado como intérprete. De madre nativa, su padre había sido un inglés que embarcó en busca de aventuras y había regresado con su hija tras la muerte de su madre por unas pestes. Era ella quien podrías orientarla más en aquella situación.

    - ¿Qué hacemos?- le preguntó con calma fingida Andrew.

    -Ante todo estar unidos. Tengo que contaros algo muy importante, porque sé lo que pasa y creo que sé lo que pasará. El dios Kewiri de los Uthak está sediento de sangre y hambriento de carne humana... y por lo visto de nosotros sólo han conseguido aún el vermouth... rápido! lláma a todos- contestó Sandy.

    Andrew hizo caso y rápidamente ordenó a todos los del grupo que se acercaran. Cuando todos estuvieron junto a él, uno de los cargadores dijo: "Wanna"... (señor) y el resto solo lo entendió Sandy, quien al traducir dijo que el cargador ya había participado en muchos safaris y que él sabría como orientarlos para salir de alli. A pesar de que a muchos del campamento no les caía bien Wiku, el cargador, Andrew (el cual por lo visto, tomó las riendas del asunto) pensó que debía hacerle caso, a pesar de tantas quejas que recibió de él los días anteriores por sus comportamientos. Así que asintió ante las caras entre miedo y enfado del resto y esperó instrucciones.

    - El porteador -tradujo Sandy- dice que no deberíamos seguir importunando al dios Kewiri; los Uthak creen que la presencia de extraños provoca su ira y la descarga sobre su pueblo. Por eso buscan víctimas que calmen al dios para que vuelva a ellos su bendición. Esto es cierto: también en nuestro pueblo se daban estas prácticas, pero mi padre les hizo ver que con ellas no ganaban nada más que desgracia. Sé que no confiais mucho en Wiku, pero tal vez tenga razón. No olveis que "el negro" Jose está gravemente herido... Tal vez debiéramos hacerle caso...

    - ¿Y qué sugiere ese tipo entonces? - preguntó un tanto enfadado Lord Edward, el patrocinador del safari y poco dado a recibir órdenes de nadie y menos de un simple cargador.

    - Wiku sugiere, tomar la senda que conduce más allá de la "Laguna de los Patos". Una zona con muy buena cantidad de especies animales- dijo Sandy.

    Andrew, sabiendo que Lord Edward les había ocultado desde el principio, el objetivo que lo había movilizado a patrocinar el safari, observaba con mucha atención la expresión de este a medida que Sandy hablaba.

    Una cosa era segura: como el "negro José" ya no tenía fuerzas para seguir a pie, había que improvisar una camilla para llevarlo. Andrew, sin pensarlo dos veces, al ver que el tiempo era oro, ordenó a los cargadores que con sus machetes, cortaran dos ramas lo más rectas posibles, les ataron con lianas jóvenes e hicieron la camilla; pusieron luego sobre ella al "negro José" quien pese a sus dolores, agradeció el gesto y se acomodó sobre la misma, presto a que lo llevaran arrastrando.

    Muy pronto oscureció, y en el trayecto decidieron hacer un alto. El negro estaba empeorando, pues a pocos minutos de que el grupo comenzara a armar la carpa comenzo a vomitar sangre. Sandy y Andrew se dirigieron a un pantano cercano, a unos pocos metros de distancia, a buscar sanguijuelas para seguir cicatrizando las heridas del negro. Lord Edward se escabullo entre el grupo y se dirigio a su radio. Trato en vano de pedir ayuda, como lo habia hecho a lo largo del dia, pues del aparato sólo salía un muerto y silencioso sonido de interferencia.




    Capítulo II. Los integrantes

    Andrew y Sandy habían regresado del pantano con varias sanguijuelas, pero lo más importante era que aparte de ellas, habían conseguido un musgo que utilizaban los "brujos" de la tribus para cicatrizar heridas... (claro: tenían esa propiedad ya que sin saberlo, eran nada más y nada menos que los precursores de la "penicilina"). Rápidamente, aplicaron las sanguijuelas alrededor de las heridas para evitar que la infección se siga propagando y sobre las mismas, aplicaron esa "penicilina natural", que en definitiva será lo que las cure.

    Al levantar la vista, vieron a Lord Edward con cara "de pocos amigos". Ellos creían que era por lo que estuvieron haciendo, pero no imaginaron que era porque no podía hacer funcionar su radio para comunicarse con quien tanto le interesaba.

    El "negro" Jose suspiró aliviado por el efecto del musgo; pero a la vez estaba angustiado ya que tenía fobia a las sanguijuelas, pero no le quedaba más remedio que aguantarse.

    Sandy murmuró algo en contra de Lord Edward y sus protesas constantes. A saber por qué decidió patrocinar el Safari si detestaba toda clase de alejamiento de su vida acomodada. Estaba bien claro que sus intenciones estaban más allá de hacer pasar una buena temporada al Safari organizado este año. Sandy estaba casi segura de que codiciaba algo de esas tierras, era bien sabido que el oro es sagrado para los Uthak... detalle que seguramente a Lord Edward no se le había escapado.

    Miró a su alrededor y contempló a sus compañeros. A su lado, el "negro" José intentaba dormir, ahora que más o menos podía hacerlo. Andrew, sentado un poco más allá, parecía discutir consigo mismo, pensando el modo de sacarlos de allí. Lord Edward entró en su tienda, donde continuó escribiendo sus memorias. Tuki y Wiku preparaban la hoguera para esa noche, siempre murmurando en su lengua nativa. Más alejados, con los nervios aún a flor de piel, estaban los demás cargadores que, según se sabe, son los más superticiosos y por ende, los que más respetan las indicaciones de los indígenas de la zona. El temor se había apoderado de ellos y no era fácil poder mantenerlos tranquilos; además, si bien los leños crepitaban en la hoguera, no había ningún tipo de carne para poner sobre las brasas. A la mañana siguiente, de alguna forma, iban a tener que conseguir algo más sustancioso para comer.

    A los demás del grupo casi no los conocía pero, Andrew, constituído accidentalmente en el jefe del grupo, no se preocupó mucho por ello: tenía que salvarlos a todos, sin menospreciar a ninguno.

    En esos pensamiento estaba, cuando se le acercó otro de los cargadores y en su lengua nativa y mezcla con la inglesa, le dijo: "Wanna, mirar el cielo...". Como el día con su llegada, había borrado las últimas sombras de la noche, alcanzó a divisar volando en círculos, un grupo de buitres. Qué significaba aquello? es sabido que los buitres son aves carroñeras y cuando avistan algún animal muerto o tal vez herido de muerte, comienzan a volar en círculos para ver si luego pueden bajar sin peligro para ellos. Andrew no lo pensó dos veces: les ordenó a 4 cargadores que tomen sus lanzas y machetes y que lo siguieran. Rápidamente se dirigió con ellos hacia el lugar donde se divisaban revoloteando los buitres, con la esperanza de encontrar algún animal que les pudiera servir de comida.

    Cuando se acercaban al sitio, vieron ya desde lejos una leona comiendo una gacela*. Al revés de lo que hacen las leonas para cazar, que avanzan sigilosamente, los cargadores corrieron gritando y revoleando lanzas y machetes, para asustar al felino. Afortunadamente, la leona que ya había saciado su hambre, rugió desdeñosamente y comenzó a alejarse**.

    Todo parecía indicar que ya estaban en poseción de carne fresca, pero los buitres, al ver que la leona se alejaba, prestamente comenzaron a bajar sobre la gacela. Los cargadores, cuando vieron que podían quedarse sin la carne, con los machetes hicieron frente a las aves y con golpes certeros, cortaron las cabezas a dos de éstos. Los demás, retrocedieron para resguardarse de otros ataques. Andrew, ni lerdo ni perezoso, les indicó a los cargadores que tomen de las patas traseras (dos de cada pata) a la gacela y rápidamente, arrastrándola, se dirigieron al campamento.

    Por fin, después de varios días, el olor a carne asada iba a diseminarse por el aire nuevamente.

    Comieron la comida, felices y contentos, e hicieron una fogata en el medio del campamento. Uno de los nativos se puso a cantar una extraña cancion y los demás lo siguieron, haciendole coro. El "negro" Jose llamó a Andrew y le preguntó si sabía tocar la guitarra. Andrew le contestó que sí; entonces, el "negro" Jose le dijo que sacara su guitarra de su equipaje y se pusiera a tocarla para elevar los ánimos de todos en aquella solitaria noche, ya que él, lastimado como estaba, no podía ni sentarse.

    Andrew llegó con la guitarra, se sentó y se puso a tocar la unica canción que sabía, pero se notaba que habia perdido la práctica. Todos rieron. Un nativo tomó la guitarra y se puso a acompañar el canto de otro.

    Sandy se quedó mirando a Andrew.

    - "¿Por qué me mira así?"- se preguntó Andrew. Se puso algo nervioso. Ella tenía bonitos ojos. ¿Le estaba empezando a agradar? -"¡No! Primero esta la supervivencia de todos. Luego habrá tiempo para romanticismos... aunque..."- Andrew se quedó mirando su piel morena iluminada por la calida luz de la fogata- "... Aunque tal vez no salgamos de esta... ¿Y si le digo algo?"

    Andrew estaba nervioso. Había dedicado toda su vida a la investigación y al saber; nunca había tenido tiempo para entablar una relación con nadie. Ella lo seguía mirando, con una atractiva y amigable sonrisa.

    Sandy, arrullada por la música, dejaba volar su imaginación.

    -"Por fin un momento de calma! qué incríble es todo esto..."- y sin embargo, allí estaban. Había vuelto a sus orígenes, a la tierra que la vió nacer. Qué lejos quedaban Londres y el puerto de donde partió, acompañada de Andrew y los demás, para aventurarse en aquel safari. -"Andrew... Qué distinto era a como lo había imaginado. Cuando me ofrecieron el puesto de intérprete, me hablaron de él como de una persona muy inteligente y poco dada a tener amigos... siempre tan metido en sus teorías, tan introvertido... Qué equivocados estaban y qué ciega estaba yo; tendrían que haberse dado cuenta antes de que las apariencias engañan. De no ser por él, aún seguiríamos muertos de hambre y al borde de la desesperación. Lo miró y le sonrió agradecida.


    * las leonas cuando van a tener cría, se separan de la manada, tienen sus crías y luego las alimentan hasta que tienen un determinado tamaño, antes de llevarlos junto al grupo... mientras dejan a sus cachorros en lugar seguro, ya que cuando son chiquitos, se mimetizan perfectamente en el medio ambiente, salen a cazar para alimentarse, ya que deben amamantar a dos crías

    ** sabido es que los felinos, comen primeramente las vísceras de los animales que cazan y luego, el resto, lo llevan y lo cuelgan de algún árbol, a resguardo de las hienas, para comerlo después
     
    #57
  8. Persiana Americana

    Persiana Americana Hombre de Malvavisco

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    2/May/2004
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    Yo no tengo ubicacion, soy un desubicado.
    A la mañana levantaron el campamento y emprendieron el viaje. El dia los recibio con mucho calor y un sol muy agresivo. Todos se aligeraron de ropa y muchos se ataron la ropa de mas en la cintura. Andrew era el unico que seguia con las mismas ropas, tal vez por ser excesivamente pudoroso como para dejar ver su torso desnudo. En el medio llevaban al negro Jose en una camilla, con un aspecto mucho mejor del dia anterior. Lord Edward, siempre solitario y mistico, caminaba detras del grupo con su radio, probando diferentes frecuencias.
    La selva parecia hacerse cada vez mas densa y peligrosa. El terreno era mas desprolijo. El calor abrumaba.
    En eso, algo interrumpio aquel silencio provocado por la fatiga. Un ruido. Un sonido que cobraba mas fuerza. Provenia de las nubes.
    Todos levantaron su mirada al cielo. Un avion. Lejano, ajeno, cruzando por entre los cumulos blancos y saliendo de ellos, para pintarse como una mancha blanca sobre el cielo tremendamente azul. El ruido zumbante de los motores todavia se seguia escuchando.
    Uno de los nativos gritó, y el negro Jose comenzo a reir.
     
    #58
  9. AbuRaf70

    AbuRaf70 Cuevino

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    29/Jul/2004
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    Capítulo II. Los integrantes

    Andrew y Sandy habían regresado del pantano con varias sanguijuelas, pero lo más importante era que aparte de ellas, habían conseguido un musgo que utilizaban los "brujos" de la tribus para cicatrizar heridas... (claro: tenían esa propiedad ya que sin saberlo, eran nada más y nada menos que los precursores de la "penicilina"). Rápidamente, aplicaron las sanguijuelas alrededor de las heridas para evitar que la infección se siga propagando y sobre las mismas, aplicaron esa "penicilina natural", que en definitiva será lo que las cure.

    Al levantar la vista, vieron a Lord Edward con cara "de pocos amigos". Ellos creían que era por lo que estuvieron haciendo, pero no imaginaron que era porque no podía hacer funcionar su radio para comunicarse con quien tanto le interesaba.

    El "negro" Jose suspiró aliviado por el efecto del musgo; pero a la vez estaba angustiado ya que tenía fobia a las sanguijuelas, pero no le quedaba más remedio que aguantarse.

    Sandy murmuró algo en contra de Lord Edward y sus protesas constantes. A saber por qué decidió patrocinar el Safari si detestaba toda clase de alejamiento de su vida acomodada. Estaba bien claro que sus intenciones estaban más allá de hacer pasar una buena temporada al Safari organizado este año. Sandy estaba casi segura de que codiciaba algo de esas tierras, era bien sabido que el oro es sagrado para los Uthak... detalle que seguramente a Lord Edward no se le había escapado.

    Miró a su alrededor y contempló a sus compañeros. A su lado, el "negro" José intentaba dormir, ahora que más o menos podía hacerlo. Andrew, sentado un poco más allá, parecía discutir consigo mismo, pensando el modo de sacarlos de allí. Lord Edward entró en su tienda, donde continuó escribiendo sus memorias. Tuki y Wiku preparaban la hoguera para esa noche, siempre murmurando en su lengua nativa. Más alejados, con los nervios aún a flor de piel, estaban los demás cargadores que, según se sabe, son los más superticiosos y por ende, los que más respetan las indicaciones de los indígenas de la zona. El temor se había apoderado de ellos y no era fácil poder mantenerlos tranquilos; además, si bien los leños crepitaban en la hoguera, no había ningún tipo de carne para poner sobre las brasas. A la mañana siguiente, de alguna forma, iban a tener que conseguir algo más sustancioso para comer.

    A los demás del grupo casi no los conocía pero, Andrew, constituído accidentalmente en el jefe del grupo, no se preocupó mucho por ello: tenía que salvarlos a todos, sin menospreciar a ninguno.

    En esos pensamiento estaba, cuando se le acercó otro de los cargadores y en su lengua nativa y mezcla con la inglesa, le dijo: "Wanna, mirar el cielo...". Como el día con su llegada, había borrado las últimas sombras de la noche, alcanzó a divisar volando en círculos, un grupo de buitres. Qué significaba aquello? es sabido que los buitres son aves carroñeras y cuando avistan algún animal muerto o tal vez herido de muerte, comienzan a volar en círculos para ver si luego pueden bajar sin peligro para ellos. Andrew no lo pensó dos veces: les ordenó a 4 cargadores que tomen sus lanzas y machetes y que lo siguieran. Rápidamente se dirigió con ellos hacia el lugar donde se divisaban revoloteando los buitres, con la esperanza de encontrar algún animal que les pudiera servir de comida.

    Cuando se acercaban al sitio, vieron ya desde lejos una leona comiendo una gacela*. Al revés de lo que hacen las leonas para cazar, que avanzan sigilosamente, los cargadores corrieron gritando y revoleando lanzas y machetes, para asustar al felino. Afortunadamente, la leona que ya había saciado su hambre, rugió desdeñosamente y comenzó a alejarse**.

    Todo parecía indicar que ya estaban en poseción de carne fresca, pero los buitres, al ver que la leona se alejaba, prestamente comenzaron a bajar sobre la gacela. Los cargadores, cuando vieron que podían quedarse sin la carne, con los machetes hicieron frente a las aves y con golpes certeros, cortaron las cabezas a dos de éstos. Los demás, retrocedieron para resguardarse de otros ataques. Andrew, ni lerdo ni perezoso, les indicó a los cargadores que tomen de las patas traseras (dos de cada pata) a la gacela y rápidamente, arrastrándola, se dirigieron al campamento.

    Por fin, después de varios días, el olor a carne asada iba a diseminarse por el aire nuevamente.

    Comieron la comida, felices y contentos, e hicieron una fogata en el medio del campamento. Uno de los nativos se puso a cantar una extraña cancion y los demás lo siguieron, haciendole coro. El "negro" Jose llamó a Andrew y le preguntó si sabía tocar la guitarra. Andrew le contestó que sí; entonces, el "negro" Jose le dijo que sacara su guitarra de su equipaje y se pusiera a tocarla para elevar los ánimos de todos en aquella solitaria noche, ya que él, lastimado como estaba, no podía ni sentarse.

    Andrew llegó con la guitarra, se sentó y se puso a tocar la unica canción que sabía, pero se notaba que habia perdido la práctica. Todos rieron. Un nativo tomó la guitarra y se puso a acompañar el canto de otro.

    Sandy se quedó mirando a Andrew.

    - "¿Por qué me mira así?"- se preguntó Andrew. Se puso algo nervioso. Ella tenía bonitos ojos. ¿Le estaba empezando a agradar? -"¡No! Primero esta la supervivencia de todos. Luego habrá tiempo para romanticismos... aunque..."- Andrew se quedó mirando su piel morena iluminada por la calida luz de la fogata- "... Aunque tal vez no salgamos de esta... ¿Y si le digo algo?"

    Andrew estaba nervioso. Había dedicado toda su vida a la investigación y al saber; nunca había tenido tiempo para entablar una relación con nadie. Ella lo seguía mirando, con una atractiva y amigable sonrisa.

    Sandy, arrullada por la música, dejaba volar su imaginación.

    -"Por fin un momento de calma! qué incríble es todo esto..."- y sin embargo, allí estaban. Había vuelto a sus orígenes, a la tierra que la vió nacer. Qué lejos quedaban Londres y el puerto de donde partió, acompañada de Andrew y los demás, para aventurarse en aquel safari. -"Andrew... Qué distinto era a como lo había imaginado. Cuando me ofrecieron el puesto de intérprete, me hablaron de él como de una persona muy inteligente y poco dada a tener amigos... siempre tan metido en sus teorías, tan introvertido... Qué equivocados estaban y qué ciega estaba yo; tendrían que haberse dado cuenta antes de que las apariencias engañan. De no ser por él, aún seguiríamos muertos de hambre y al borde de la desesperación. Lo miró y le sonrió agradecida.

    De lo que nadie se percató, cuando llegaron con la gacela, era que uno de los cargadores, con un filoso cuchillo, antes de poner al fuego la carne, sacó varias tirillas del cuero, a lo largo de todo el cuerpo, para hacer tientos con los cuales habría de fabricar luego, arcos con los que podrían disparar flechas, ya que otras armas de largo alcance no tenían....

    la mañana levantaron el campamento y emprendieron el viaje. El dia los recibio con mucho calor y un sol muy agresivo. Todos se aligeraron de ropa y muchos se ataron la ropa de mas en la cintura. Andrew era el unico que seguia con las mismas ropas, tal vez por ser excesivamente pudoroso como para dejar ver su torso desnudo. En el medio llevaban al negro Jose en una camilla, con un aspecto mucho mejor del dia anterior. Lord Edward, siempre solitario y mistico, caminaba detras del grupo con su radio, probando diferentes frecuencias.
    La selva parecia hacerse cada vez mas densa y peligrosa. El terreno era mas desprolijo. El calor abrumaba.
    En eso, algo interrumpio aquel silencio provocado por la fatiga. Un ruido. Un sonido que cobraba mas fuerza. Provenia de las nubes.
    Todos levantaron su mirada al cielo. Un avion. Lejano, ajeno, cruzando por entre los cumulos blancos y saliendo de ellos, para pintarse como una mancha blanca sobre el cielo tremendamente azul. El ruido zumbante de los motores todavia se seguia escuchando.
    Uno de los nativos gritó, y el negro Jose comenzo a reir.

    * las leonas cuando van a tener cría, se separan de la manada, tienen sus crías y luego las alimentan hasta que tienen un determinado tamaño, antes de llevarlos junto al grupo... mientras dejan a sus cachorros en lugar seguro, ya que cuando son chiquitos, se mimetizan perfectamente en el medio ambiente, salen a cazar para alimentarse, ya que deben amamantar a dos crías

    ** sabido es que los felinos, comen primeramente las vísceras de los animales que cazan y luego, el resto, lo llevan y lo cuelgan de algún árbol, a resguardo de las hienas, para comerlo después
     
    #59
  10. AbuRaf70

    AbuRaf70 Cuevino

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    Capítulo II. Los integrantes

    Andrew y Sandy habían regresado del pantano con varias sanguijuelas, pero lo más importante era que aparte de ellas, habían conseguido un musgo que utilizaban los "brujos" de la tribus para cicatrizar heridas... (claro: tenían esa propiedad ya que sin saberlo, eran nada más y nada menos que los precursores de la "penicilina"). Rápidamente, aplicaron las sanguijuelas alrededor de las heridas para evitar que la infección se siga propagando y sobre las mismas, aplicaron esa "penicilina natural", que en definitiva será lo que las cure.

    Al levantar la vista, vieron a Lord Edward con cara "de pocos amigos". Ellos creían que era por lo que estuvieron haciendo, pero no imaginaron que era porque no podía hacer funcionar su radio para comunicarse con quien tanto le interesaba.

    El "negro" Jose suspiró aliviado por el efecto del musgo; pero a la vez estaba angustiado ya que tenía fobia a las sanguijuelas, pero no le quedaba más remedio que aguantarse.

    Sandy murmuró algo en contra de Lord Edward y sus protesas constantes. A saber por qué decidió patrocinar el Safari si detestaba toda clase de alejamiento de su vida acomodada. Estaba bien claro que sus intenciones estaban más allá de hacer pasar una buena temporada al Safari organizado este año. Sandy estaba casi segura de que codiciaba algo de esas tierras, era bien sabido que el oro es sagrado para los Uthak... detalle que seguramente a Lord Edward no se le había escapado.

    Miró a su alrededor y contempló a sus compañeros. A su lado, el "negro" José intentaba dormir, ahora que más o menos podía hacerlo. Andrew, sentado un poco más allá, parecía discutir consigo mismo, pensando el modo de sacarlos de allí. Lord Edward entró en su tienda, donde continuó escribiendo sus memorias. Tuki y Wiku preparaban la hoguera para esa noche, siempre murmurando en su lengua nativa. Más alejados, con los nervios aún a flor de piel, estaban los demás cargadores que, según se sabe, son los más superticiosos y por ende, los que más respetan las indicaciones de los indígenas de la zona. El temor se había apoderado de ellos y no era fácil poder mantenerlos tranquilos; además, si bien los leños crepitaban en la hoguera, no había ningún tipo de carne para poner sobre las brasas. A la mañana siguiente, de alguna forma, iban a tener que conseguir algo más sustancioso para comer.

    A los demás del grupo casi no los conocía pero, Andrew, constituído accidentalmente en el jefe del grupo, no se preocupó mucho por ello: tenía que salvarlos a todos, sin menospreciar a ninguno.

    En esos pensamiento estaba, cuando se le acercó otro de los cargadores y en su lengua nativa y mezcla con la inglesa, le dijo: "Wanna, mirar el cielo...". Como el día con su llegada, había borrado las últimas sombras de la noche, alcanzó a divisar volando en círculos, un grupo de buitres. Qué significaba aquello? es sabido que los buitres son aves carroñeras y cuando avistan algún animal muerto o tal vez herido de muerte, comienzan a volar en círculos para ver si luego pueden bajar sin peligro para ellos. Andrew no lo pensó dos veces: les ordenó a 4 cargadores que tomen sus lanzas y machetes y que lo siguieran. Rápidamente se dirigió con ellos hacia el lugar donde se divisaban revoloteando los buitres, con la esperanza de encontrar algún animal que les pudiera servir de comida.

    Cuando se acercaban al sitio, vieron ya desde lejos una leona comiendo una gacela*. Al revés de lo que hacen las leonas para cazar, que avanzan sigilosamente, los cargadores corrieron gritando y revoleando lanzas y machetes, para asustar al felino. Afortunadamente, la leona que ya había saciado su hambre, rugió desdeñosamente y comenzó a alejarse**.

    Todo parecía indicar que ya estaban en poseción de carne fresca, pero los buitres, al ver que la leona se alejaba, prestamente comenzaron a bajar sobre la gacela. Los cargadores, cuando vieron que podían quedarse sin la carne, con los machetes hicieron frente a las aves y con golpes certeros, cortaron las cabezas a dos de éstos. Los demás, retrocedieron para resguardarse de otros ataques. Andrew, ni lerdo ni perezoso, les indicó a los cargadores que tomen de las patas traseras (dos de cada pata) a la gacela y rápidamente, arrastrándola, se dirigieron al campamento.

    Por fin, después de varios días, el olor a carne asada iba a diseminarse por el aire nuevamente.

    Comieron la comida, felices y contentos, e hicieron una fogata en el medio del campamento. Uno de los nativos se puso a cantar una extraña cancion y los demás lo siguieron, haciendole coro. El "negro" Jose llamó a Andrew y le preguntó si sabía tocar la guitarra. Andrew le contestó que sí; entonces, el "negro" Jose le dijo que sacara su guitarra de su equipaje y se pusiera a tocarla para elevar los ánimos de todos en aquella solitaria noche, ya que él, lastimado como estaba, no podía ni sentarse.

    Andrew llegó con la guitarra, se sentó y se puso a tocar la unica canción que sabía, pero se notaba que habia perdido la práctica. Todos rieron. Un nativo tomó la guitarra y se puso a acompañar el canto de otro.

    Sandy se quedó mirando a Andrew.

    - "¿Por qué me mira así?"- se preguntó Andrew. Se puso algo nervioso. Ella tenía bonitos ojos. ¿Le estaba empezando a agradar? -"¡No! Primero esta la supervivencia de todos. Luego habrá tiempo para romanticismos... aunque..."- Andrew se quedó mirando su piel morena iluminada por la calida luz de la fogata- "... Aunque tal vez no salgamos de esta... ¿Y si le digo algo?"

    Andrew estaba nervioso. Había dedicado toda su vida a la investigación y al saber; nunca había tenido tiempo para entablar una relación con nadie. Ella lo seguía mirando, con una atractiva y amigable sonrisa.

    Sandy, arrullada por la música, dejaba volar su imaginación.

    -"Por fin un momento de calma! qué incríble es todo esto..."- y sin embargo, allí estaban. Había vuelto a sus orígenes, a la tierra que la vió nacer. Qué lejos quedaban Londres y el puerto de donde partió, acompañada de Andrew y los demás, para aventurarse en aquel safari. -"Andrew... Qué distinto era a como lo había imaginado. Cuando me ofrecieron el puesto de intérprete, me hablaron de él como de una persona muy inteligente y poco dada a tener amigos... siempre tan metido en sus teorías, tan introvertido... Qué equivocados estaban y qué ciega estaba yo; tendrían que haberse dado cuenta antes de que las apariencias engañan. De no ser por él, aún seguiríamos muertos de hambre y al borde de la desesperación. Lo miró y le sonrió agradecida.

    De lo que nadie se percató, cuando llegaron con la gacela, era que uno de los cargadores, con un filoso cuchillo, antes de poner al fuego la carne, sacó varias tirillas del cuero, a lo largo de todo el cuerpo, para hacer tientos con los cuales habría de fabricar luego, arcos con los que podrían disparar flechas, ya que otras armas de largo alcance no tenían....

    A la mañana levantaron el campamento y emprendieron el viaje. El dia los recibio con mucho calor y un sol muy agresivo. Todos se aligeraron de ropa y muchos se ataron la ropa de mas en la cintura. Andrew era el unico que seguia con las mismas ropas, tal vez por ser excesivamente pudoroso como para dejar ver su torso desnudo. En el medio llevaban al negro Jose en una camilla, con un aspecto mucho mejor del dia anterior. Lord Edward, siempre solitario y mistico, caminaba detras del grupo con su radio, probando diferentes frecuencias.
    La selva parecia hacerse cada vez mas densa y peligrosa. El terreno era mas desprolijo. El calor abrumaba.
    En eso, algo interrumpio aquel silencio provocado por la fatiga. Un ruido. Un sonido que cobraba mas fuerza. Provenia de las nubes.
    Todos levantaron su mirada al cielo. Un avion. Lejano, ajeno, cruzando por entre los cumulos blancos y saliendo de ellos, para pintarse como una mancha blanca sobre el cielo tremendamente azul. El ruido zumbante de los motores todavia se seguia escuchando.
    Uno de los nativos gritó, y el negro Jose comenzo a reir.

    Pero, lo del negro José no era risa, sino más bien un rictus de la boca que se asemejaba a una sonrisa, ya que el sabía que el avión que pasaba sobre ellos, no podría verlos ya que justamente estaban en la parte de la selva que se hacía más y más espesa. Estaban en la misma situación que náufragos en una balsa... podrían ver algún barco en la lejanía, pero si no tenían bengalas, los del barco no los verían... y ellos, tampoco podían hacerles señales visibles...

    Lamentablemente, el ruido del avión, comenzó a hacerse más y mas lejano...

    * las leonas cuando van a tener cría, se separan de la manada, tienen sus crías y luego las alimentan hasta que tienen un determinado tamaño, antes de llevarlos junto al grupo... mientras dejan a sus cachorros en lugar seguro, ya que cuando son chiquitos, se mimetizan perfectamente en el medio ambiente, salen a cazar para alimentarse, ya que deben amamantar a dos crías

    ** sabido es que los felinos, comen primeramente las vísceras de los animales que cazan y luego, el resto, lo llevan y lo cuelgan de algún árbol, a resguardo de las hienas, para comerlo después
     
    #60

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